“Lo del año pasado fue completamente inesperado“

Juan Morera y Lidia Ruba consiguieron llevarse a casa la victoria en el Dakar Classic en su segunda participación juntos, después de que él le propusiera vivir la aventura por primera vez en 2022. Este matrimonio hizo historia en la tercera edición de la categoría para vehículos anteriores a 2000 gracias a su constancia, su cabeza fría y esa pizca de fortuna que necesita todo ganador. Tras su estreno, en el que lograron llevar hasta la meta un Fiat Panda 4x4 con el que sufrieron mil y una situaciones complicadas, optaron por un Toyota. Y este les permitió aumentar el ritmo, olvidarse de ir con cuidado y disfrutar del reto de pelear por el triunfo final hasta la última etapa. Ambos suelen hacer viajes a lugares recónditos del planeta con sus tres hijos y han participado juntos en varios rally raid de regularidad en estos años. Juan creció entre coches, en el taller de su padre, y ya de mayor empezó a competir en carreras de resistencia en circuito. En 2003 creó Momabikes, su propia marca de bicicletas. El empresario barcelonés y la ingeniera y arquitecta técnica aragonesa competirán también para apoyar una bonita iniciativa solidaria. A través de todo el dinero que han obtenido de sus patrocinadores van a colaborar con un proyecto de la ONG ‘Bicicletas sin Fronteras’, que persigue facilitar el acceso a la educación de niños y jóvenes en Senegal. En el país africano, en cuya capital antiguamente acababa el Rally Dakar, centenares de niños y niñas tienen que caminar más de cinco kilómetros todos los días para ir a la escuela y la organización quiere, a través de bicicletas, que les sea más sencillo llegar al colegio y se reduzca así el absentismo escolar. Además, cada uno de estos vehículos lleva una beca de estudios asociada. Este 2024 han querido volver a cambiar de coche, ponérselo más complicado a sí mismos y saborear lo que sentían los pilotos oficiales en el pasado. Y por ello irán con un legendario Porsche 959 preparado por Nantes Prestige Autos. Sueñan con repetir triunfo, pero son conscientes de que no será nada sencillo.

J.M.: “Lo del año pasado fue completamente inesperado, pero fue una alegría enorme. Sabíamos que después de haber hecho el primer año con el Panda, si teníamos un coche competitivo, podíamos llevarnos alguna etapa, pero no esperábamos ganar. No estaba en nuestros planes. Desde el principio estuvimos ahí. El primer día quedamos segundos y el segundo día ganamos; y desde ahí ya no soltamos el liderato. Le pusimos mucho cerebro. Y todo esto pese a que en las verificaciones antes de embarcar el coche se paró, estuvo 8 horas parado, lo desmontamos entero y lo volvimos a montar. Al final no nos volvió a dar problemas. Yo siempre he sido muy fan de Porsche, corrí con uno en circuitos y miraba a los que había en el Dakar de reojo. Después de ganar la carrera nos dijimos que era ahora o nunca. Queremos pasarlo bien y volver a vivir la experiencia con uno de los coches con más historia y atractivos de siempre. Este año hemos enviado ya 500 bicicletas para ‘Bicicletas sin fronteras’ y queremos seguir dando visibilidad a un proyecto que cambia vidas en Senegal”.

L.R.: “El año pasado llegué muy nerviosa, porque era mi primer Dakar y sabía que cualquier fallo nos podía dejar fuera. Pero enseguida empezamos a ir bien en la general y fuimos afrontándolo día a día. Cuando llegábamos al campamento la gente nos decía que estaba hecho, pero cada etapa fue un sufrimiento, porque todos íbamos muy ajustados. Nuestros compañeros y amigos quedaron segundos y fue un doblete especial para el equipo. Tuvimos la suerte de que la mecánica nos respetó y eso se da pocas veces. No sé qué nos espera este año, pero seguro que iremos sentados más abajo. Creo que las dunas serán más complicadas y pasaremos unas cuantas más. El objetivo es ir paso a paso, porque es muy ambicioso pensar que repetiremos triunfo. Acabarlo ya será un premio”.