Elogio de la lentitud

Dakar 2023 | Prólogo | ALULA > ALULA
30 diciembre 2022 - 09:17 [GMT + 3]

En su segundo Dakar, Carlos Checa se fija como objetivo proseguir con su aprendizaje y disfrutar. Para conseguirlo, el antiguo campeón del mundo Superbike tendrá que moderar su ímpetu.
 
Ha pasado por las verificaciones técnicas como si fuera de paseo, tomándose el tiempo de inmortalizar cada momento antes de la gran salida. Con su carnet sellado, Carlos Checa se ponía incluso a posar con Marc Solà, su nuevo copiloto. A sus 50 años, el catalán ha decidido saborear todo lo que le puede ofrecer aún la prueba. Y eso que cuenta con una larga experiencia desde sus comienzos como piloto de carreras en motos. Tras llegar al Grand Prix en 1993, disputó pruebas de velocidad durante veinte años. En ese tiempo, cosechó grandes logros: 17 podios en la clase reina, dos victorias en Grand Prix 500, un quinto puesto en la general del campeonato MotoGP en 2022, además del título de campeón del mundo Superbike en 2011 con Ducati. Alejado de las carreras de velocidad desde hace diez años, Carlos Checa no dejó nunca completamente el universo del deporte del motor. Este gran apasionado de la aviación siguió en la competición disputando aquí y allá algún que otro rally. En motos, pero también en SSV. “Gané el Panáfrica Rally con Polaris”, comenta. “También disputé la Baja Aragón y el Merzouga en dos ocasiones...”. Además, el año pasado, Carlos se estrenó en el Dakar, una carrera que veía en televisión cuando era niño. Eligió la categoría T1.2. “Me gusta demasiado la velocidad y no podría ir tan rápido con un SSV”, añade el antiguo piloto de MotoGP. “Me gustan mucho los SSV, pero para pruebas cortas. En etapas largas y rápidas, hacen falta caballos para pasarlo bien. La verdad es que no entiendo por qué se limita la velocidad de los coches a 170 km/h”. Por suerte, el todoterreno ofrece otros placeres, como el de buscar la mejor traza o abordar virajes, que siempre son diferentes. Lo contrario de su día a día como piloto de carreras de velocidad. “También me gusta mucho el ambiente en el rally raid”, comenta. “Es algo que descubrí gracias a Nani Roma y Marc Coma, amigos míos. Incluso hice pruebas con ellos en Marruecos, cuando aún corría en motos”. Sin embargo, no contempla hacer el Dakar en moto. “Me parece demasiado peligroso y no me apetece nada lesionarme”, explica. “Asumir riesgos cuando se aspira a la victoria, se entiende, pero ponerse en peligro cuando no se aspira a un resultado en ese sentido… No, el coche está muy bien, me permite cubrir mi necesidad de competición, sin el estrés que se vive en motos”. Disputar una carrera que dura dos semanas poco tiene que ver con sus grandes sprints, tanto en Grand Prix como en Suprbike. “Aunque se intenten cuidar los detalles de la misma forma, el resultado al final no solo depende de uno mismo. El rol del copiloto es crucial”. Este año todo será nuevo para Checa: el coche, desarrollado partiendo de un prototipo de buggy Century ha sido preparado por SMC Motorsport; el equipo madrileño Astara y su copiloto, Marc Solá. “Se trata de una estructura en pleno crecimiento y con grandes ambiciones”, explica Carlos. “La llegada de Laia Sanz ha sido un gran refuerzo y estoy encantado de haberme sumado al proyecto. Por mi parte, mi objetivo es seguir aprendiendo y progresar. Buscaré conseguir el mejor resultado posible sin dejar de lado el placer, para poder realizar unas buenas etapas sin cometer errores. Lo más difícil en el Dakar no es ir rápido, sino ir despacio cuando lo imponga el terreno. Para un piloto de carreras no es lo más natural”.

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