Iruya: el tesoro escondido de Salta

Dakar 2016 | Etapa 4 | Termas Rio Hondo > Jujuy
5 enero 2016 - 00:23

Se trata de una población que cuelga del flanco de una montaña y en la que vive cerca de un millar de habitantes. Un lugar al margen del tiempo, espléndido, que constituye un destino turístico sin parangón en esta zona del norte de Argentina conocida también por haber sido villa de paso para la plata de las minas de Potosí.

Es una perla de la región de Jujuy. "Se llega después de 80 kilómetros de pista tras dejar atrás la carretera. Es un lugar escarpado, perdido. No hay más que un puñado de habitantes, pero es un sitio magnífico. La gente vive exclusivamente del turismo gracias a un hotel y tres posadas. Se trata de un emplazamiento exótico, bello. Yo ya habré ido unas diez veces con los viajes en moto que organizo. Es un pueblito en toda regla. Las casitas son de tierra. Cuando se visita Argentina, se topa uno con la magnificencia de la naturaleza en todo su esplendor: eso es lo que hay aquí también, con una montaña imponente y el pueblo en el fin del mundo, colgando literalmente del acantilado".

El lugar, habitado por poco más de mil personas, parece sacado de otra época, con calles de adoquín y casas mayoritariamente de adobe y de estilo colonial. Se accede desde Jujuy después de una odisea de 200 kilómetros.

La ciudad histórica de Iruya se destaca en uno de los núcleos importantes del sistema colonial español. En aquella época, la población de San Salvador de Jujuy era paso obligado en la ruta de Potosí en Bolivia hasta el puerto de Buenos Aires para las caravanas que transportaban a España la plata de las minas de Potosí (en el Alto Perú de la época, es decir, la Bolivia actual). Esta vocación de cruce de caminos se mantiene viva hoy en día con el proyecto del eje de Capricornio, que prevé enlazar Curitiba, cerca de San Pablo en Brasil, con Antofagasta, en el norte de Chile. A Jujuy aún le quedan muchos vehículos por ver. De todas las dimensiones y de todos los colores.